domingo, 6 de enero de 2013

LA PERCEPCIÓN DEL ESPACIO O LA CIUDAD PROHIBIDA...


La relación con la ciudad esta mediada por una representación “masculina” del uso del espacio público. Es decir, el “afuera” de la ciudad es para los hombres adultos, que son los únicos que pueden “resistir” las constantes tentaciones y enfrentar los múltiples peligros que acechan en las esquinas. Las mujeres y los niños deben permanecer bajo el resguardo del espacio privado y los jóvenes deben ser sometidos a constante vigilancia  y, metafóricamente, sometidos a periódicas pruebas “antidoping”, en tanto que son los más susceptibles de ser influenciados por las voces de las sirenas.

La ciudad es exceso, perdición, pero esencialmente “peligro”. El transeúnte, el automovilista, el vecino, no ofrecen garantías. El peligro disminuye cuando el territorio es conocido, esto se traduce en una organización territorial entre lo conocido=seguro y lo desconocido=inseguro, mapa que se complejiza al cruzar los datos socioeconómicos, que reducen la franja de lo seguro-conocido a aquellos sectores de la ciudad en los que la pobreza no es visible, y que adquiere una mayor especificidad al trabajar con los elementos “morales” que acompañan el discurso de los entrevistados.        

La ciudad “buena” es aquella físicamente hermosa, bien cuidada, en la que habita la gente “bien”. La ciudad “mala” hace alusión a los sectores populares, las zonas de los mercados y por supuesto a las diferentes zonas de bares, discotecas y cafés. Sin embargo, el desordenado crecimiento urbano, la falta de un plan regulador de uso del suelo y especialmente la crisis económica, ha mezclado las ecologías de la ciudad, por lo que resulta difícil mantener un mapa estable de espacio urbano.
           

Rossana Reguillo (1998). Imaginarios globales, miedos locales. La construcción social del miedo en la ciudad.